Noticias saharauis (desde fuera de internet)
Estos días he recibido más llamadas perdidas con el prefijo 213 de Argelia. Era Darchalha, la chica saharaui que vive en los campamentos de refugiados del desierto de Tindouf, en cuya casa nos alojamos durante unos días. Ya que los refugiados no tienen servicio postal, este verano aprovechamos las idas y vueltas de los niños que pasan las vacaciones en España: Darchalha nos mandó con ellos varias cartas y regalos -pulseras, pañuelos, collares-, y cuando le conté por teléfono que a mi madre le había encantado el colgante con colmillo, y que se lo había dado a ella, pidió disculpas por no haber enviado nada para mi padre; nosotros también mandamos con los niños cartas, regalos y un montón de fotos de aquellos días en los campamentos, para Darchalha y su familia.
Ayer, cuando por fin conseguí hablar con Darchalha de nuevo, me contó que habían recibido el paquete y me dio las gracias. Luego me contó varias noticias. Una, muy triste: su padre murió la semana pasada. "Algo de la cabeza", me dijo, sin más detalles. Y pasó rápido a las otras noticias: que seguía sin novio (porque a los saharauis les gustan las chicas gordas, y Darchalha se mantiene delgada a propósito: no quiere casarse hasta los 30 por lo menos) y que por fin la habían aceptado en la escuela de mujeres del campamento para hacer un curso "de ordenadores". Me alegró mucho la noticia, porque Darchalha siempre hablaba de la ilusión que le hacía aprender a usar el ordenador.
Le pregunté si tenían internet. Me contestó: "¿Qué es eso?".
Y me acordé de aquellos periodistas y blogueros que declararon que "internet es nuestra sociedad y nuestra sociedad es internet".
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En aquellos días en los campamentos, Darchalha me hizo de intérprete y me ayudó a charlar con su padre Mohammed Lami Ramdan, un viejo soldado polisario que había quedado casi ciego tras un bombardeo de los marroquíes durante la guerra. Traigo de nuevo las palabras de Mohammed, muerto la semana pasada.
"Cuando las tropas marroquíes llegaron a Dajla, mi familia huyó y yo me quedé a luchar con el Frente Polisario. Los aviones marroquíes nos lanzaban bombas a los soldados y también a las familias que huían. La gente moría como moscas. Aquí diez, allí doce, se quedaban los cadáveres desperdigados. Y también quedaban muchos heridos, muchos mutilados en mitad del desierto.
Un día, cerca de Mahbes, los aviones lanzaron bombas y el aire se incendió. Nos envolvió una nube blanca, ardiente. Eran bombas de fósforo. Perdí un ojo. Con el otro puedo ver sombras.
El pueblo de España nos ayuda mucho. Nos mandan medicinas y alimentos, nos ayudan a construir escuelas, acogen a nuestros niños en verano. Son nuestros hermanos. Pero el Gobierno... El Gobierno español nos ha olvidado. Nos abandonó en manos de Marruecos. Nunca hace nada para ayudarnos a volver a nuestra tierra. Mis hijos y mis nietos han nacido en este desierto de los argelinos. Sólo conocen los campamentos de refugiados. Mi mayor sueño es que algún día conozcan nuestra tierra. Que vuelvan a Dajla, donde nací yo, donde nacieron mis padres y mis abuelos".
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Publicado el 7 de octubre de 2010 a las 09:15.