Archivado en: Reyes Magos, regalos, Navidad, consumo, consumidores
Parece que se va a acabar el mundo, a juzgar por las prisas que les ha entrado al personal.Cuando escribo estas líneas, las 19.30 h. del 4 de enero del recién nacido 2010, la imagen que contemplo desde el despacho me confirma uno de los tópicos asociados a los españoles: todo lo dejamos para última hora, y la compra de los regalos de Reyes no iba a ser una excepción. ¡Así están hoy las tiendas y centros comerciales! Llenos a rebosar.
La calle Vitoria, conforme nos acercamos a la Plaza del Cid, colapsada. Las aceras, repletas de gente. Conducir hoy por Burgos, un suplicio. El tráfico, imposible. Entrar a las tiendas, un ejercicio de paciencia: aglomeraciones, colas y estrés. ¡Quién dijo crisis! Tiramos de tarjeta, que ya vendrá luego la cuesta de enero, la de febrero, la de marzo...
Y con las prisas por encontrar a tiempo el regalo perfecto (quizá para quien lo regala lo es, pero para quien lo recibe no) y a estas alturas de la película, pues pasa lo que pasa. Que se compra por comprar, por salir del paso, y no siempre se acierta. Según un estudio realizado por eBay en Europa, los españoles, junto con los británicos, son los consumidores europeos más insatisfechos con sus regalos de Navidad. Cerca de la mitad.
Supongo que todos ustedes se habrán encontrado alguna vez en la tesitura de qué hacer con un regalo que no les gusta. Las opciones no son muchas. Se lo quedan y lo guardan en lo alto del armario o en el desván; lo vuelven a regalar; lo revenden a través de alguna web; o lo cambian por otro si hay confianza con los ‘Reyes'... Para que los regalos que reciban sean de su agrado, lo mejor es informar adecuadamente a los Magos de Oriente de los gustos respectivos, e incluso acompañarles en una tarde de compras. Así, todos contentos. Hay que ser prácticos. Y si no, ya saben, 'A caballo regalado, no le mires el diente'.
Publicado el 4 de enero de 2010 a las 20:00.