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CRÍTICA: TEATRO MARQUINA (MADRID)

'El pisito', un sueño doloroso

Un cuarentón se casa con una anciana que supera los 80 para heredar el derecho a su piso de renta antigua. ¿Les suena? El texto de Azcona se instalado en el Teatro Marquina con una versión teatral encantadora. Actores, escenografía, vestuario y sonido convergen en una historia tristemente feliz.

Una escena de 'El pisito'

Una escena de 'El pisito'.

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gentedigital.es/M.Blanco
16/9/2009 - 11:08

La posibilidad de comprarse un 'pisito', o incluso la idea de encontrar un alquiler asequible, se ha convertido en una odisea para cualquier 'españolito' de a pie. Mejor dicho, para cualquier persona que resida en este territorio nacional que tiene formas geográficas taurinas. Acaba uno siendo hijo eterno de papá y mamá, conviviendo con quien sea en algún apartamento (amigos, desconocidos, pareja) o entregando su vida a una hipoteca sobrenatural. Aunque a veces obviemos esta prioridad básica, con el paso de los años acaba convirtiéndose en un deseo imprescindible. Hace cinco décadas, 'el pisito' todavía provocaba más pesadillas, porque acababa siendo una propiedad imprescindible para progresar psicológicamente en la vida, mejorar tu imagen de cara al exterior y, sobre todo, certificar como conyugales o ausentes de pecado religioso las relaciones amorosas establecidas. Ahora, existe un nuevo elemento que se acuesta contigo: el banco.

Rafael Azcona reflexionaba sobre todos estos asuntos en aquella novela, utilizada como guión para la película dirigida por Ferrari en 1959. Para llevarla a cabo, tomó como punto de partida un caso ocurrido en Barcelona. Un joven se había casado con una anciana para heredar el derecho a su piso de renta antigua. No se sorprendan. Dios aprieta... a veces ahoga. En esta versión teatral de Juanjo Seoane y Bernardo Sánchez, dirigida por Pedro Olea, la situación parece hereditaria.

Rodolfo (Pepe Viyuela) lleva 12 años de noviazgo con Petrita (Teté Delgado), vive de alquiler en casa de Doña Martina (Asunción Balaguer) y los 'tortolitos' andan desesperados por encontrar un hogar común. Disminuyen las esperanzas. Crece la tensión. Surge esa idea irreverente como solución, mal expresada pero encauzada por una voz divina. Hace falta paciencia. Prudencia. Mucho aguante. Doña Martina, que parecía tener las arterias como cuerdas de guitarra, se revitaliza con el casamiento y profesa mil cariños hacia su marido ocasional. Así, le alegra la tarde a los espectadores. Un matrimonio entre un cuarentón y una señora de 86 años ofrece una comicidad explosiva. Petrita se muere de celos. Han pasado dos años desde aquella angustiosa decisión. Finalmente, la realización del plan produce un contraste anímico. La profunda tristeza, un paso inevitable hacia esa situación feliz por la que uno tanto ha peleado.

'El pisito' tiene un recorrido teatral infinito, porque personas de todas las edades pueden sentirse identificadas con el planteamiento temático, que no con la crueldad irónica del argumento. Quien no ha pasado por esta obsesión, igual deberá hacerlo próximamente. Además, nuestros ombligos también reciben una tierna crítica. La escenografía, el vestuario y el aspecto sonoro ubican al espectador en el contexto perfecto. Los actores, soberbios. 'El pisito', un regalo para el teatro.

 

 

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