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Sandra Barneda: "El amor nos da el pegamento necesario para unir las grietas de la vida"

La novela ‘Un océano para llegar a ti' le valió a la periodista y escritora barcelonesa para ser proclamada finalista del Premio Planeta. Reconoce que tenía mucho pudor a la hora de mostrar sus textos en público.

Archivado en: entrevistas, cultura, literatura, Premio Planeta, Sandra Barneda

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Francisco Quirós
18/12/2020 - 00:07

Al contrario de lo que sucede con algunos escritores, en el caso de Sandra Barneda su cara y su nombre son suficientemente conocidos por el público. Sus apariciones como presentadora de varios programas de televisión ayudan a ello, pero para abrir las puertas del éxito en la literatura hace falta algo más. Ya mostró la llave del talento en su primera novela, ‘Reír al viento', y con su última obra, ‘Un océano para llegar a ti', ha alcanzado un hito de altura: ser finalista del Premio Planeta 2020.

Naciste en Barcelona en octubre. En esa ciudad y en ese mes te proclamaron finalista del Premio Planeta, supongo que es uno de los mejores regalos que te habrán hecho por tu cumpleaños.
La verdad es que sí, no lo había pensado así pero es cierto que es como un regalo de cumpleaños que te llega y hace muchísima ilusión, más en un año tan atípico como este.

¿Lo das más valor por eso, porque este 2020 todo está siendo más complicado?
No, creo que el Premio Planeta es tan importante por sí mismo que es imposible restarle valor, es como entrar en el círculo privado de grandes escritores como Mendoza, Vargas Llosa o Cela. En el jurado está Carmen Posadas, que gente como ella valore mi obra y me dediquen ciertos halagos es un aval por sí mismo. No necesito un 2020 como este, si me lo hubieran dado en 2018 estaría igual.

Uno de los temas centrales que aparece en ‘Un océano para llegar a ti' es el poder que tiene el amor...
El amor ejerce de ventilador en nuestras vidas y ofrece ese pegamento que a veces necesitamos para unir esas grietas de la vida. A veces nos olvidamos de hablar desde el amor, desde esa vulnerabilidad de la que habla esta novela, por eso he dicho siempre que es intimista, porque habla desde un lenguaje universal: coloco como epicentro a la familia y después a las verdades veladas y cuestiones malinterpretadas que se quedan ahí y, cuando pasan años, vuelven a aparecer desde otra perspectiva; no puedes huir y no hablar de esas cosas. En la novela esto último se produce todo eso de forma precipitada, cómo una pérdida de un ser querido hace que se descubran esos secretos y modifiquen la vida de ese núcleo familiar.

Visto con un poco de perspectiva desde que lo escribiste, ¿qué aspectos tiene la protagonista, Gabriele, que identifiques como tuyos?
Al final tintes tiene, porque puedes elegir tantas características para definir el personaje que me puedo sentir identificada con el personaje, como ese enfado que tiene Gabriele con la vida y no saber de dónde viene.

"Hay trenes que pasan una vez en la vida, pero con uno mismo hay oportunidades" 

Me llama la atención que hayas elegido un pueblo abulense, Candeleda, como uno de los escenarios para la novela. ¿Tiene alguna connotación especial para ti?

Creo mucho en los pueblos y necesitaba uno como marco de esta historia que quería contar. Ya lo hice con ‘La tierra de las mujeres', donde una americana llegaba a un pueblo pequeño, en ese caso era un homenaje a las abuelas y a la madre Tierra. Aquí sí que quería centrar un viaje más profundo que nos ocurre como seres humanos, ese proceso de no sabernos comunicar y esas elecciones que tomamos mal en la vida. Sobre Candeleda, quería un pueblo cercano a Madrid, porque lo conozco desde hace tiempo y porque te embelesa con esa protección de las montañas, ese Almanzor al fondo, la zona de La Vera, esa variedad de paisajes, esa altitud en tan poco territorio y esa historia, que la fui conociendo poco a poco, me parecía que daba una pintura a la novela que necesitaba. Los candeledanos están encantados y hasta me ha llamado el alcalde. Estuve documentándome, visité casas típicas, revisé fotografías antiguas y me enteré que Queen, en su videoclip de ‘Minuendo', una de las fotografías en blanco y negro es de Candeleda.

Cuando hablamos del amor tendemos a pensar en una relación de pareja, pero también está el amor familiar, que aparece mucho en el libro. ¿Por qué esa dualidad en la protagonista de amor profundo hacia su madre y una relación mucho más convulsa con su padre?
Creo que en muchas familias ocurre eso, que existe una relación con uno de los progenitores donde se perciba una distancia. El padre de Gabriele asume la relación que tiene con su hija y delega completamente en la madre a través de las llamadas que se hacen, y eso hace que prácticamente pierdan la comunicación entre ellos. Es un aspecto muy interesante de tratar, esas faltas de comunicación entre padres e hijos que no siempre duran para toda la vida, en ocasiones se vuelve a él. En este sentido, el amor en esta novela lo pensé así, incluso el título, ‘Un océano para llegar a ti', que te invita a pensar en una obra romántica, pero habla del amor más puro, no desde una atracción sexual, sino uno poderoso, de peso, que traspasa las propias heridas de la vida. Ese, para mí, es el pegamento.

Esa brecha generacional hace que, en una determinada fase de nuestras vidas, nos sentamos incomprendidos por los padres y que, un tiempo después, repitamos el patrón con los hijos. ¿Crees que ese desfase cambiará con los años?
No lo sé. Ahora corre tan rápido la tecnología que es difícil mantenerte en la misma frecuencia que los jóvenes. Creo que es ley de vida, porque los tiempos van cambiando y las propias necesidades también. No se puede ser un ‘viejoven', algo estás haciendo mal si lo eres, porque entonces serás un ‘joviejo'. Creo mucho en quemar cada etapa de la vida. Hay un momento en el que mayores y jóvenes se distancian y, luego, acabas entendiendo mucho mejor a tus padres cuando creces y ya eres adulto. En la adolescencia se reivindica la propia individualidad, va con la edad.

"Parece que está muy denostado que alguien de la tele se ponga a escribir "

Otro de los temas que tratas en ‘Un océano para llegar hasta ti' es el de las segundas oportunidades. ¿Confías en ellas o crees que hay trenes que solo pasan una vez en la vida?
Hay trenes que solo pasan una vez en la vida, pero también creo que con uno mismo no hay una ni dos oportunidades, sino todas las que quieras, porque para eso convives contigo mismo. Para el resto del mundo, depende de lo que sientas, no de lo que digan.

Hablando de ti, hay tres realidades que conviven: la que creas con la literatura, la tuya propia y la de la televisión, con programas como ‘La isla de las tentaciones'. ¿Cuál de ellas te sirve como vía de escape?
Son complementarias. En la televisión ensalzas tu paleta de colores a la hora de mostrar hacia fuera lo que tienes, para estar en el plató tienes que expandir tu energía. En cambio, la escritura es mucho más de recogimiento, la necesidad de estar a solas, del silencio. Casi nunca uso música para escribir, solo en algunos momentos en los que necesito o quiero construir alguna historia concreta. Si hay alguien en casa, no puedo escribir, sobre todo si hay ruidos. Por todo ello, creo que me complemento muy bien. En la escritura hay una evasión, ese no saber dónde está el final; en cambio, en la televisión siempre estoy acotada, a un tiempo, a un formato, a un tiempo. La novela es una hoja en blanco y preguntarme sobre qué quiero escribir. Me apasiona.

Tienes una trayectoria literaria que habla por sí sola. Pero, ¿has tenido miedo de que en alguna ocasión la gente no se acercara a tus obras por prejuicios en relación a tu imagen televisiva?
Nunca he tenido miedo. Siempre he escrito pero tenía mucho pudor a mostrarlo públicamente, porque es algo muy íntimo: es algo que escoges y haces tú, nada más, no te amparas en nada. Era algo que necesitaba hacer con toda la humildad del mundo. Me habían planteado escribir en más de una ocasión, pero siempre lo había rechazado. Cuando me decidí, les puse una condición: no quería ningún contrato. Al enviar el primer capítulo pedí que fueran francos, si era una mierda necesitaba saberlo, no tengo ninguna necesidad de publicar, pero sí que es una prueba de valentía, de atrevimiento a mostrarme desde otro lugar. Les gustó, y ahí comenzó lo que se convirtió en un éxito literario. El mundo de las letras ha tenido escritores de profesiones muy diversas, siempre pongo el ejemplo de Kafka, que trabajaba en una correduría de seguros. Parece que está muy denostado que alguien de la televisión nos pongamos a escribir. El prejuicio es yermo, el que lo tiene se queda ahí, quien no lo tiene va avanzando y amplía su paleta de colores. Siempre habrá prejuicios, creo que va muy unido al miedo, como la ignorancia.

 

 

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