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Jacobo Serra: "Quiero vivir de la música pero no a cualquier precio, me dan miedo las modas"

El artista de origen albaceteño y afincado en Madrid lanza su tercer álbum de estudio, ‘Doce', gestado durante un tiempo de retiro en la sierra de Guadarrama.

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Jacobo Serra

Jacobo Serra

"Ha sido una odisea, llegué a creer que no terminaría nunca el disco"

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F. Q. Soriano
02/3/2023 - 16:55

Su primer trabajo, ‘Don't give up', fue prolífico en cuanto a reconocimientos y halagos por parte de la crítica. Sin embargo, Jacobo Serra quería dar un paso más en el que sería su tercer álbum, 'Doce', punto sobre el que gravita esta entrevista.

Decías en un post de Instagram lo siguiente: "Jamás me he sentido tan orgulloso de mi arte, yo soy estas canciones". ¿Estamos ante tu disco más especial?
Estamos, con total seguridad, ante mi obra cumbre, no sé qué voy a hacer después de este disco. Sin haberlo tocado en directo y tras pasar pocos días desde su publicación, todo lo que ocurra ahora ya va a ser bienvenido. Estoy muy feliz y satisfecho, nunca pensé que iba a llegar tan lejos desde el punto de vista creativo y artístico. Con todos los respetos a mi obra anterior, de la que también estoy muy orgulloso, este disco ha sido muy importante.

Hace tres años te marchaste a la sierra de Guadarrama buscando inspiración. ¿Cómo se gestó el disco?
Fue curioso. Tengo la composición por castigo, casi siempre he compuesto en situaciones en las que ni siquiera lo estaba buscando, por ejemplo, viendo una película o estando en un museo. Sin embargo, esta vez hice algo que nunca había hecho: retirarme a componer un disco. Venía de una gira muy bonita pero muy larga, estaba muy cansado de tocar y de viajar, necesitaba volver a la naturaleza, que es algo que amo mucho, en cuanto puedo me voy a la montaña, me conmueve mucho. Era invierno, estaba nevando, era algo muy bonito, muy dramática. No sabía si iba a volver con la maleta llena o vacía, por suerte salieron todas las canciones. Estuve como diez días componiendo. Me di cuenta de lo mágico que es componer, estar trabajando y que te visite no sé sabe muy bien qué y te llueva esa melodía. Así sucedió con 'Febrero', que es una melodía que compuse de a una, es algo que me ha pasado muy pocas veces. Tenía muchas cosas dentro que quería contar, tenía muy claro el concepto... fue como si todos los astros se alinearan. Lo más fácil fue componer, no sabía que lo más difícil iba a venir después.

Entonces, ¿qué ha sido lo más complicado?
Ha sido un disco muy accidentado, lleno de aventuras, desventuras, a partes iguales, de pasión y sufrimiento, de viajes, quebraderos de cabeza, decepciones, he dejado a mucha gente atrás. Ha sido algo casi surrealista, he tenido momentos en los que no sabía si iba a poder seguir, ha habido de todo. Ha sido una auténtica odisea, literalmente. Al final creo que la verdadera gloria se alcanza a través del sufrimiento, esa satisfacción que tengo ahora no estaría si no hubiera sufrido tanto para llegar a esa meta.

Antes mencionabas 'Febrero', uno de los temas que componen el disco. La idea de hacer un álbum con 12 canciones, una por cada mes del año, ¿ya estaba en tu cabeza cuando te retiraste a componerlo?

El concepto lo tenía muy claro. Cuando se me ocurrió, me pareció que era una idea muy buena porque pensaba que ese concepto de los 12 meses me iba a permitir contar muchas cosas. Quería usar las herramientas de la orquesta para vestir las canciones de cierto tributo climático, no solo quería contar algo sino que la canción tuviera alguna característica típica del mes, por ejemplo, que febrero diera frío. Es algo que me apasiona desde pequeño como amante de la música clásica narrativa e instrumental. Todo eso lo he utilizado para mi propio beneficio. Las canciones surgen con los arreglos en mente. Al pobre arreglista no le di mucho margen para crear: tenía claro hasta los solos. Eso me hizo darme cuenta de que no tenía que haber un productor, que el productor tenía que ser yo, quería que sonara de una determinada manera.

En el disco se aprecian que todos los detalles están muy cuidados. ¿Te consideras muy perfeccionista?
Sí, de manera un poco enfermiza en ocasiones. Esto también me ha servido de aprendizaje durante la grabación de este disco, he tenido que lidiar con el Jacobo cantante perfeccionista y el Jacobo productor perfeccionista, y esos dos no se llevan bien: el productor tiene que tirar por la toma que mejor transmite, no necesariamente la que mejor está desde el punto de vista técnico. He aprendido también a dosificar, siempre en lucha con ese perfeccionismo que me ha llevado a lo más alto pero que también he tenido que domar. Podría haber estado diez años grabando el disco, de hecho hubo un momento que pensaba que estaba como Brian Wilson, que no acabaría el disco y que me tiraría años y meses dando vueltas a una canción.

Has seguido la línea de 'Fuego artificial' cantando en español, rompiendo con 'Don't give up', tu primer trabajo, del que recibiste muy buenas críticas. ¿Te quedas con esos halagos o con el arduo trabajo de este 'Doce'?
Cada disco tiene sus cosas. A 'Don't give up' le guardo mucho cariño porque también lo produje yo, con canciones que compuse en el Reino Unido y que grabé en Madrid y Londres. Fue el disco que me puso en el mapa, el que me dio a conocer y me dieron varios premios y reconocimientos, pero 'Doce' no se puede comparar. Creo, sin embargo, que tienen muchas cosas en común desde el punto de vista compositivo, son discos muy personales, de Jacobo Serra en su taller trabajando noche y día. 'Doce' es lo mismo que 'Don't give up' pero llevado a una envergadura faraónica, con una orquesta de más de 40 músicos en Liverpool, lo traigo a Madrid y lo deconstruyo, lo meto en electrónica, después me voy a Abbey Road... Es muy de artista decir que el último disco es el mejor, pero en este caso, de verdad, lo siento así, es el disco que mejor me representa. Yo soy esas canciones. Es un viaje a la transformación, un disco con el que he madurado y he superado miedos.

Como dices, una parte del disco se cocinó en Abbey Road. ¿Qué te llevas de esa experiencia?

Me arrepiento de no haber disfrutado más, sobre todo en Liverpool. Allí era el productor y tuve que hacer un trabajo muy militante, conseguir grabar todo lo que tenía en mi cabeza, no pude relajarme, recrearme en que había una orquesta en un estudio. Estaba todo el tiempo con una tensión importante, tenía muy poco tiempo para estar en el estudio, que era caro; cuando tienes a 40 músicos a tu cargo y tienes que grabarlos en una sola toma, en directo, tienes que tomar decisiones, me obligaron a hacerme mayor. Me llevo muchas cosas bonitas, pero sí que me habría gustado disfrutar más de la grabación. Me quedo con haber grabado en un estudio por el que ha pasado gente a la que admiro, tocar el piano que tocó Chris Martin en 'Parachutes'... He tenido muchos momentos de reflexión, de agradecimiento por lo lejos que había llegado, para mí significa mucho haber podido llegar hasta ahí y hacerlo yo solo, obviamente con el apoyo de un sello discográfico que confía en mí. Esa gran satisfacción también conlleva una enorme responsabilidad. Abbey Road fue la guinda que merecían las canciones. Me sentía feliz por ellas, se merecían pasar por ese sistema nervioso. Me emocionó muchísimo que el ingeniero de sonido me diera la mano y me dijera: "Buen trabajo, tío". Para mí, cuando salí de Abbey Road con el disco en las manos, ya terminado, resoplé y me quedé tranquilo, la gloria es esto, no llenar una sala o conseguir no sé cuantos likes en un post. Soy una persona que, desde niño, no vive esta realidad, vivo otras vidas, supongo que eso es lo que me ha llevado a grabar este disco y a ser quien soy. Solo quien tiene ese anhelo por vivir otras vidas puede hacer un disco como este, de aventuras, de película. Como en La Odisea, lo bonito es el viaje, haber conseguido sobrevivir artísticamente a todo y terminar el disco tal y como yo quería.

¿Qué influencias musicales aprecias en este trabajo?
Creo que hay como cuatro o cinco claves en el disco, pero diría que hay casi más influencias visuales, cinematográficas, que musicales per se. A pesar de ello diría que de un lado está Sinatra cantando a Cole Porter arreglado por Nelso Riddle, discos que admiro mucho de Capitol; también están The Beatles, pero de una manera muy subliminal, no he perseguido hacer nada que sonara a ellos; luego hay mucha música clásica narrativa, para mí Beethoven es lo máximo, llevo muchos años investigando sobre su obra y esa capacidad de transmitir cosas naturales y personales sin cantar; también creo que hay mucho de bel canto italiano, como en 'Mayo', donde veo mucho de Puccini. Por otro lado, hay una forma muy gourmet de entender la electrónica. Este disco es una banda sonora de una película que no existe.

¿Te supone un quebradero de cabeza la idea de cómo trasladar este disco a los directos?
Me he quitado mucha presión desde el principio: parto del hecho de que es imposible tocar igual este disco en directo, no existen los medios, es un álbum ideado para estudio, Pero, a la vez, está compuesto por mí mismo, yo solo con mi guitarra o con un piano. A partir de ahí va a depender del escenario. Por ejemplo, en abril voy a ir a una cueva a cantar yo solo en una barca, pues ahí iré con una guitarra, pero también cabe la posibilidad de que vaya a otro escenario más grande con una orquesta.

En 'Julio' dices algo así como que "la vida es un algoritmo que está en un servidor". Aunque lo has tocado anteriormente, ¿das mucha importancia a las escuchas en plataformas, estás pendiente de las cifras?
Creo que he construido casi una realidad paralela para poder hacer este disco, no he tenido en cuenta en las tendencias, que no mira al resto de artistas o a las modas, no busco unos premios o colaboraciones; es el disco que a mí me habría gustado ir a comprar a una tienda. Es un trabajo atemporal, me dan mucho miedo las modas. He tenido la suerte de que he podido hacer este álbum, que me han apoyado y he tenido una gran libertad artística para poder producirlo. He estado demasiado tiempo alejado de las redes y Spotify, algo que para un artista de moda es imposible, yo me he permito ese lujo porque para mí no es lo importante. Concibo el arte no como entretenimiento, que también, sino como arte puro y duro. Si quieres escucharme, eso me hará muy feliz, pero si no eliges mi música, también. Yo quiero vivir de esto, pero no a cualquier precio, por suerte o por desgracia no me debo a las listas de Spotify o de ventas. No voy a mentir, me encantaría que fuera el disco más vendido, me permitiría seguir adelante y no tener que hacer otras cosas, pero no es mi intención y a las pruebas me remito. Para mucha gente puede ser un disco anticomercial, difícil, pero es lo que quería hacer. Claro que es importante Spotify, no estoy fuera de la maquinaria, soy parte de ella, paso por el aro, mis canciones están ahí, miro y soy consciente de qué canción tiene más escuchas. Sin embargo, no soy esclavo de las redes. Tengo un dilema moral con las redes, sobre todo por el uso que hacemos de ellas, creo que son muy culpables de enfermedades mentales que ya están aquí pero que serán diagnosticadas dentro de unos años, creo que las redes sociales son el tabaco del siglo XXI, que nuestros hijos hablarán de nosotros con incredulidad sobre las cosas que hacemos y pasarnos el día con un teléfono. No es sano para la cabeza. Además, no concibo cómo alguien puede ser artista y pasar todo el día en redes, no es posible salvo que alguien te lleve las redes. Lo veo contraproducente. Procuro que el éxito no me afecte, no pensar en ello ni en el fracaso, supongo que todo esto te lo da la edad y la madurez, no siempre he pensado así. Dicho todo esto, tengo esperanza en que haya mucha gente que sea como yo, creo que no soy especial o único, que hay una mayoría silenciosa que piensa como yo, que está a la deriva o sobreviviendo. Para ellos va este disco.

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