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Vicky Luengo: "Hay que replantearse las leyes y poner en el centro al consentimiento"

La actriz balear protagoniza ‘Prima facie', una obra dirigida por Juan Carlos Fisher que pone el foco en el poder patriarcal y los abusos sufridos por mujeres. Puede verse en Teatros del Canal hasta el día 17.

Archivado en: entrevistas, cultura, teatro, Vicky Luengo

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Foto: Omar Antuña

"Para poder entrar en las dudas de la víctima tú también tienes que dudar"

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Francisco Quirós Soriano
01/9/2023 - 00:33

El destino ha vuelto a escribir uno de sus guiones más caprichosos haciendo coincidir en la línea temporal el debate social sobre el consentimiento y el estreno de la obra ‘Prima facie'. En ella, Vicky Luengo encarna a Tess, una brillante abogada que acaba cuestionando el sentimiento de justicia a partir de una experiencia traumática y desgarradora.

Mientras media España estábamos de vacaciones, tú estrenabas 'Prima facie' en Avilés. ¿Cómo se digiere el hecho de recibir una ovación de prácticamente 10 minutos sobre el escenario?
Casi no me acuerdo del shock que me generó. Solo recuerdo que dije la última frase de la obra, se apagó la luz y, cuando se encendió, estaban 800 personas de pie. No lo entendía, no fue una cosa gradual, así que me impactó mucho. Sé que lloré, me acuerdo porque he visto el vídeo, pero realmente me disocié un poco, la verdad.

¿Qué ha sido lo más difícil a la hora de meterte en la piel de Tess?
Lo más difícil está siendo lo que mi cuerpo se lleva a casa después de las funciones. Son unas vivencias muy duras, el cuerpo no sabe que eres actor y, entonces, todo lo que tú le dices y todo el miedo que yo le estoy generando durante la función, toda la tensión, toda la ansiedad y toda la sensación de peligro es complicado quitárselas luego. Quizá lo más difícil sea eso, pero confío en que la musculatura emocional que se me va a generar al hacer las funciones un día tras otro acabe acostumbrando al cuerpo a ese viaje emocional. También confío en el poder sanador del teatro; para mí el escenario es como un altar en un templo, antes de hacer una función los minutos sola en un teatro cuando los técnicos están en sus 10 minutos de pausa previo a que entre el público y yo estoy ahí sola y respiro y miro todo vacío... Confío en que poner todas eso encima de un escenario acaba siendo sanador y liberador, que el compartirlo con la gente es es positivo, así que todo esto creo que luego hace que drene todo lo malo.

¿Cómo se corta con todo ese caudal de emociones una vez que llegas a casa?
Lo estoy aprendiendo, no lo tengo muy claro. A veces lo intento hacer con deporte, a veces con meditación, hablando con amigos, escuchando música... pero no siempre es fácil. Lo estoy aprendiendo, no sé. Hay personajes que me lo requieren menos y otros más, es curioso. Creo que con cada personaje lo hago de una manera diferente. 


La obra ha tenido un gran reconocimiento en el West End y también en Broadway. No sé si eso genera cierto vértigo a la hora de traer la obra aquí a España.
Creo que, con todos mis respetos hacia todas las actrices que lo han hecho fuera, uno de los méritos más grandes de las funciones es el texto que tiene. Cuando lo leí, sin que lo hiciera ninguna actriz, lo hice en voz baja y rompí a llorar. Partiendo de esa base, creo que no es bueno ponerte una expectativa. Al final el teatro lo que tiene es el presente, por eso para mí 'Prima facie' no existe, sólo la mía, no hay otra. Si yo estuviera viniendo al teatro exigiéndome una comparación o para hacer algo parecido a lo anterior no sería justo para vosotros, porque estaría dándome más importancia a mí que a la historia. 


En la sinopsis de la obra, el director, Juan Carlos Fisher, plantea tres preguntas a través de la denuncia de la ONU  de que una de cada tres mujeres han sufrido un abuso o una violación. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Esta obra es como un grito para decirle a la gente que algo tiene que cambiar y esto es un mensaje en el que yo creo plenamente. Hay que replantearse las leyes, hay que poner el consentimiento en el centro, creo que el 'solo sí es sí' tiene que estar presente. Juan Carlos es un director muy inteligente, esto no es una obra panfletaria ni incendiaria ni moralista. Por eso Juan Carlos se ha hecho tres preguntas tan inteligentes, porque lo que nosotros queremos hacer es que tú te sientes en la platea y vivas conmigo el propio proceso de una persona que es agredida. Para eso necesitamos no darle la razón constantemente a la víctima, porque una víctima duda de sí misma, le destrozan tanto la psique que se destroza ella misma como ser humano. Para poder entrar en todas esas dudas, tú como espectador tienes que llegar a dudar incluso de que a ella le haya ocurrido esto. Por eso Juan Carlos ha hecho una apuesta de hacer una función cruda, muy poco subrayada, donde lo que prima es la vivencia de la persona para que el espectador lo viva con ella.

Hablas del consentimiento, un tema muy de boga en la actualidad por lo que ha sucedido estas últimas semanas. ¿Crees que se debe a que la polémica se haya generado en un mundo tan mediático como el fútbol, o que al final era un debate en el que, tarde o temprano, debíamos poner el foco?
Las dos cosas. Creo que, por desgracia, queda mucho para que el cambio venga propuesto por los hombres. Como dice mi texto, la ley ha sido moldeada por generaciones y generaciones de hombres, y la experiencia de una mujer en una agresión sexual no encaja en el sistema de verdad definido por los hombres, por eso no puede ser verdad y, por lo tanto, no puede haber justicia. Entiendo que los cambios y las pequeñas revoluciones se produzcan en bocas de mujeres, alzan la voz porque ya no hay miedo de decir 'a mí me ha pasado', no me sorprende que esto haya surgido a través de un grupo de mujeres que han sido apoyadas por muchas partes de la sociedad. Los hombres sólo alzan la voz cuando tienen miedo de perder su privilegio.  


Hablando un poco sobre de tu carrera, empezaste muy joven en el teatro. ¿Qué parte hay de reencuentro, cuando sales al escenario, con esa niña que estaba en ese Escola Memory o que interpretaba 'Una historia catalana'?
Es muy fuerte. A veces se me olvida y me obligo a recordármelo cuando me digo que voy a estrenar una función, un monólogo en los Teatros del Canal. Entonces, de repente, conecto con esa niña que quería hacer teatro, o con la chica de 22 años que le decía a su representante quiero conseguir hacer teatro en Madrid. Cuando me doy cuenta de que he llegado lo disfruto mucho. Por desgracia la inocencia la perdemos, nos acostumbramos muy rápido a las cosas. Me has recordado una cosa que me ayuda incluso para estrenar esto: a veces estamos obsesionados con cómo va a salir, y luego pienso qué más da. Poder disfrutar de hacer esto, aquí, ya es un éxito. 


El teatro ha tenido un peso muy importante en tu trayectoria artística, pero lo cierto es que han sido producciones como 'Antidisturbios', 'Suro' o 'Golem', historias de la pequeña y la gran pantalla, las que han hecho que tengas un reconocimiento mayor por parte del público. No sé si hay un punto de injusticia.
No, creo que es la vida. El audiovisual lo ve más gente, ojalá hubiera colas como en Londres para ver esta función, pero en nuestro país aún no es así. Hay que asumir la evidencia, en el audiovisual te ve más gente. Cuando tienes suerte de caer en un proyecto visto por mucha gente que además es bueno, te sientes privilegiado y tienes la suerte de que más gente te ponga en el mapa. No siempre pasa, he estado muchos años siendo una actriz buena y nadie lo sabía, ni siquiera yo.

El pasado viernes se estrenaba en los cine, la ópera prima de Mario Casas, 'Mi soledad tiene alas'.  ¿Te has planteado dar ese paso de ser directora?
Me da mucho respeto porque no sé aún ni ser actriz, estoy sintiendo que tengo que aprender un montón de cosas como intérprete. Me parece maravilloso que haya actores que se decidan dirigir y contar sus historias. Tengo muchas ganas de ver la película de Mario. Sí que me haría ilusión algún día, pero ahora no me lo estoy ni planteando.

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