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Carmen Mola: "No queríamos escribir una y otra vez la misma novela"

Antonio Mercero, Jorge Díaz y Agustín Martínez recuperan uno de los fenómenos literarios del momento con ‘El infierno' (editorial Planeta). La esclavitud y el colonialismo se dan la mano en esta nueva novela.

Archivado en: entrevistas, cultura, literatura, Carmen Mola

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Carmen Mola

Foto: Javier Ocaña

"Al igual que 'La Bestia', que era polisémica, aquí también hay muchos infiernos"

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Francisco Quirós Soriano
01/12/2023 - 00:03

El estupor inicial que supuso en algunos sectores el descubrimiento del trío de escritores que se escondían detrás del pseudónimo de Carmen Mola ha dejado paso a lo que realmente da brillo a este nombre: la calidad literaria de sus obras. ‘El infierno' es la última de ellas, una novela con la que vuelven a viajar al siglo XIX y que les sirve de excusa para hablar de los diferentes infiernos existentes.

Al igual que en 'La Bestia', estamos ante una novela de época. ¿Qué les ha llevado a sumergirse de nuevo en el siglo XIX?
Antonio Mercero:
Nos gustó el siglo XIX, nos pareció que era un terreno poco explorado literariamente hablando, ciñéndonos a la actualidad porque Galdós sí que lo abordó en profundidad. Queríamos indagar en otros episodios, dimos con la revolución de La Gloriosa, primero la sargenta de San Gil, un Madrid revolucionario aunque más luminoso que el de 'La Bestia', un Madrid de teatros de variedades, de parques de atracciones, la gente se divertía más aunque por debajo de eso permanecía la desigualdad social. Una vez que escogimos ese momento de 1866, nos dimos cuenta de que en La Habana, en la Cuba colonial, estaba sucediendo algo muy parecido a lo que sucedía en España; había un runrún revolucionario, abolicionista, instalado también por debajo de los oropeles de La Habana y, por supuesto, estaba la esclavitud, que no sólo afectaba a los africanos, sino también a los españoles. Nos pareció que ahí se cerraba bien todo el paisaje que buscábamos.

Las ciudades en las que se desarrolla principalmente la trama son Madrid y La Habana. En el primer caso lo tenían fresco de 'La Bestia', pero respecto a la ciudad cubana, ¿les ha sido difícil encontrar documentación para reproducir un contexto tan fidedigno?

Agustín Martínez: Era más complicado, pero había que irse al siglo XIX, a ese 1866 en La Habana. Ahí empezamos a indagar en documentación e incluso en novelas, de hecho, hay dos que me sirvieron de mucho, fueron muy útiles en el proceso de construcción de 'El infierno'. En esa época había una moda de viajeros que iban por países y terminaban escribiendo una especie de guía de viaje. En España también sucedía, estaba George Barrow, que recorrió todo el país y escribió un libro muy chulo, 'La biblia en España'. En Cuba encontramos el viaje de Samuel Hazard, un americano que recorrió en esos años la isla. Gracias a él, encontramos muchos detalles que dan veracidad al relato, ya que aporta datos como cuánto valía hospedarse en una pensión, dónde era recomendable comer, en qué lugares se divertía la gente... Luego también está 'Biografía de un cimarrón', de Miguel Barnet, que es un libro mítico en Cuba, una entrevista al último esclavo vivo, Esteban Montejo, en el que se cuenta su día a día y cómo después, cuando huían al monte y se convertían en cimarrones, iban sobreviviendo. La combinación de estos elementos y de tesis doctorales sobre la época vas haciendo una composición de lugar; esperamos ser muy fidedignos, pero uno acaba creando también una Habana imaginada, lo importante es que el lector sienta que está allí, en esas calles y tenga la capacidad de moverse por un espacio que es muy distante en el tiempo.

Uno de los cambios respecto a su novela anterior radica en la aparición de una historia de amor. Desde luego, esto dulcifica un poco toda la trama.
Jorge Díaz: A nosotros lo de tener muchos crímenes no nos preocupa, al contrario, buscamos que sea una parte importante de la novela. No queríamos escribir una y otra vez la misma novela, quieres retos y probarte a ti mismo. Por eso decidimos escribir una historia de amor y hacerlo, además, a nuestra manera, no como lo haría Corín Tellado. Buscábamos que las dificultades que tuvieran los amantes para estar juntos fueran acordes a lo que la gente espera en nuestras novelas, el lector no cree que en nuestros libros vaya a haber un malentendido, ella mire y él se esté besando con su hermana. No. La gente espera que en nuestras novelas si los amantes no pueden estar juntos es porque a ella le han saltado la tapa de los sesos. Igual que en 'La Bestia' queríamos hacer novela de aventuras, picaresca, aquí queríamos hacer un folletín decimonónico, pero a nuestra manera. Por las respuestas que vamos recibiendo, lo hemos conseguido.

En otra entrevista promocional hablaban de un personaje, Pancho, que les ha servido para vertebrar la historia. ¿Cómo tuvieron constancia de su existencia?
Antonio Mercero:
A base de leer. Vas descubriendo diversas fuentes que acabas usando en la novela. Es un español que aterriza en La Habana, se hace en el puerto con el negocio del pescado, después con el tráfico de mercancías y, como parte de ello, con el tráfico de esclavos. Se convierte en un rico hacendado, y la exhibe con la obscenidad habitual de estas situaciones, con grandes fiestas en La Habana y comprándose palacetes. Es solo uno de los muchos terratenientes que hacían ostentación de su riqueza en Cuba e iban creando su riqueza sobre la esclavitud, la explotación de seres humanos, que es, diría yo, la gran denuncia de esta novela. Pancho compró el Teatro Villanueva, que es justo lo que hace uno de nuestros personajes.

¿Por qué creen que la sociedad en general, y la cultura en particular, no han abordado como se merece este fenómeno del colonialismo?
Agustín Martínez: Nos cuesta trabajo dar una respuesta a eso. Es verdad que no hay una tradición literaria o cinematográfica que hable sobre la esclavitud, es algo extendido durante varios siglos y España fue el último país europeo en abolir la esclavitud. Lo hace después de Estados Unidos, pero parece que conocemos mejor el universo de las plantas de algodón en norteamérica que lo que nosotros hicimos en Cuba, donde España jugaba un doble rasero bastante cínico, ya que en España estaba prohibida la esclavitud, pero bajo manga se seguía traficando con esclavos de África, China y también algunos españoles. ¿Por qué está esto enterrado en los libros de Historia? Pues no lo sé, no sé si debe a que esos grandes hacendados se convirtieron luego en hombres importantes en España, gente con títulos nobiliarios muy influyentes que a lo mejor se encargaron de hacer desaparecer ese 'background'. Quizás también hay una separación de caminos entre España y Cuba y esa población que fue esclavizada no ha tenido la oportunidad de tener una voz propia en la literatura o en el cine para contar su historia.

En la novela se van intercalando extractos de texto con una tipografía diferenciada. Se va hablando de círculos. ¿Hay un deseo de homenajear a Dante?

Jorge Díaz:
Sí, la novela se llama 'El infierno' y realmente consiste en que hay muchos infiernos dentro de ella, como el infierno estricto, como es el ingenio de Santa Catalina de Baracoa, del que se narran varias partes, el infierno de la esclavitud, el de la desigualdad... Al igual que 'La Bestia', que era polisémica, aquí también hay muchos infiernos. Queríamos tener este tipo de novelas que se construyen a partir de un manuscrito encontrado y, como se iba a llamar 'El infierno', un título que inmediatamente te lleva a pensar en Dante, en los nueve círculos de 'La divina comedia'. Nosotros planteamos siete y llegamos a pensar en escribir dos más, pero finalmente decidimos que no porque el séptimo es el de la violencia, un camino que siempre se explora en las novelas de Carmen Mola, así que nos parecía un buen círculo en el que acabar.  

Una escritora, Reyes Calderón, me comentaba en una entrevista que cuando escribe y se mete en los personajes, sobre todo en los más siniestros, acaba sintiendo miedo. ¿Les ha pasado algo similar?

Antonio Mercero: Entiendo lo que dice Reyes Calderón. No paso miedo, pero sí que es verdad que escribir es ponerte en la piel de todos los personajes, incluido el asesino psicópata, por lo que el ejercicio de empatizar con ese personaje puede dar miedo por comprobar cómo encajas con en el alma de un monstruo. Puede ser un poco turbador, pero también te pones en la piel de una frívola bailarina de un teatro de variedades, que puede suponer una experiencia más refrescante pero igualmente difícil. El escritor debe hacer continuamente ese ejercicio de travestismo.

Hasta ahora casi todas sus novelas han sido de época. ¿Veremos a Carmen Mola contando nuevas historias del siglo XX o XXI?

Agustín Martínez: Sí, creo que volveremos a la etapa contemporánea, nos gusta mucho toda la serie de la inspectora Elena Blanco, hemos disfrutando mucho escribiéndola y la hemos dejado en un punto en el que la gente que la sigue puede que nos mate si no la continuamos en algún momento. Volveremos con eso y otras historias, igual que seguramente volvamos al siglo XIX para seguir explorando esa época. Como decía antes Jorge, hay que intentar siempre dar un paso más allá, probar algo nuevo en cada novela, ya sea contemporánea o 'thriller' histórico. Si nos quedamos en el mismo punto, nosotros nos aburriríamos escribiendo y el lector también.

Una vez descubierto el misterio sobre quién es realmente Carmen Mola, ¿ha habido un punto de liberación?
Jorge Díaz: Hay que disfrutar de todo. Cuando estábamos en el anonimato nos reíamos mucho con lo que la gente decía de Carmen Mola e incluso cuando alguien personalmente nos recomendaba alguna obra de Carmen Mola. Aprovechábamos mucho el tiempo, podíamos escribir una novela, coger unas pequeñas vacaciones y empezar con otra; ahora eso nos cuesta mucho más, porque hay meses de viajes, de promoción, de entrevistas, que nos gusta mucho también, pero que nos lleva mucho tiempo, y tenemos que encontrar espacio para escribir. También lo estamos disfrutando. Recibir el aplauso de los lectores también es muy satisfactorio.  

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