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regina carral gutiérrez - escritora. Autora de ‘vitalia’ y ‘el caracol’

“Hoy en día publicar una novela es bastante fácil”

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Vitalia

Desde su Selaya natal, Regina se adentra en el mundo y las costumbres pasiegos en sus dos novelas publicadas

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Celia Diego García
26/1/2022 - 13:44

- Vitalia, su primera novela, narra la historia de una de tantas mujeres que abandonaron su tierra para convertirse en amas de cría. ¿Qué le llevó a escoger este tema?

 

En realidad, yo concretamente escogí la figura de Vitalia. Si Vitalia se hubiese dedicado a otra cosa igual la novela se hubiera centrado en otro tema, pero como ella había sido ama de cría fue una especie de pequeño homenaje a esa bisabuela que prácticamente estaba un poco olvidada en la familia. Fue ella la que me llevó al mundo de las amas de cría. Es un tema que yo ya conocía. En Selaya, como hemos tenido tantísimas amas de cría, es un tema que todo el mundo conoce porque tiene en su familia. Al escribir Vitalia profundicé, encontré muchos más datos y eso también me llevó a enriquecerme a mí misma. 

 

- ¿Qué provocó que eligiera la historia de Vitalia?

 

Vitalia fue madre soltera, de las de principios del siglo XX. A principios de siglo y durante todo él ser madre soltera fue un estigma con el que una mujer cargaba. En mi familia como ella había sido madre soltera estaba un poco apartada, no se mencionaba. Cuando estuve trabajando en Barcelona coincidí con las sobrinas de Vitalia, las primas de mi abuelo. Ellas me volvieron a introducir en la historia y fui preguntando, inicialmente, sin idea de escribir. Un día, a mitad de agosto, el aniversario de la muerte de Vitalia, que siempre recordábamos, lo tuve claro: “voy a escribir su historia”. Empecé a buscar, a recopilar todo lo que sabía y fue eso lo que me llevó a escribir su vida. 

 

Por ejemplo, encontré la historia de la madre de Vitalia, de mi tatarabuela Regina, publicada en en un periódico de principios de siglo. Me fueron viniendo muchos datos. También tenía una caja de música que mi abuelo me había regalado con unas iniciales en plata. Desconocía que esa caja se la había regalado Caridad Mercader a Vitalia en Barcelona. Luego miré las iniciales y vi que coincidían con las de Caridad Mercader. Nunca me había fijado. Tenía un montón de cosas sin unir. Un montón de hilos se juntaron e hice la historia. Fue como una historia regalada. Cuando la acabé no tuve duda de que la iba a publicar.

 

- ¿Cuáles fueron sus fuentes?

 

Pregunté a mucha gente que la había conocido, todavía siguen vivas algunas personas, primas de Vitalia. En Barcelona quedan primas que me habían hablado del tema. También con mi madre recopilé la información en base a lo que sabía. Fui indagando en temas de la familia, partidas de nacimiento, etc…

 

- ¿Y su motivación?

 

Escribir algo que te emocione. Porque si escribes una novela aséptica en que no sientas nada, una novela fría… Yo creo que hoy soy incapaz de releer Vitalia y no llorar algo todavía. Hay gente de mi familia que la ha leído, hombres, que me han dicho que se les caían las lágrimas leyendo el día que Vitalia llegó a Selaya. Te tiene que emocionar. En El Caracol también hay cosas que me emociona leerlas. Te tiene que gustar y emocionar. 

 

 - ¿Cómo fue el proceso de publicación?

 

Hoy en día publicar una novela es bastante fácil. A eso se unió el hecho de que a la gente les gustó el tema. Sobre todo, en Selaya. Fue un auténtico furor. Todo el mundo lo consideraba un homenaje a sus antepasadas. Las amas de cría habían estado muy denostadas también, un poco abandonadas y, sin embargo, habían sido unas mujeres importantísimas para la economía del pueblo. 

 

Hice una autoedición porque no me puse de acuerdo con ningún editor. Lo que no sabía era si se iba a vender o no. Hice 500 ejemplares, se vendieron muy bien. Luego seguí haciendo más y hasta ahora. Creo que una vez que publicas una historia coge vida propia y tú ya no la controlas. La historia va, llega a sitios, a personas. Yo espero que Vitalia llegue donde quiera llegar. 

 

- ¿Cómo fue su acogida en el mundo pasiego?

 

En Selaya gustó muchísimo. Los vecinos me dijeron que estaban orgullosos de mí, de que hubiese salido, de que se contase la historia. Como todo el mundo tiene amas de cría en sus familias la gente estaba encantadísima. Lo vieron como un homenaje. Otro detalle de las novelas que es un homenaje es el hecho de que todos los personajes pasiegos hablan en pasiego. 

 

- ¿Podría contarnos algo más acerca de las amas de cría pasiegas?

 

El tema de amas de cría tiene mucho interés para sociólogos e historiadores, especialmente el papel de todas estas mujeres, el cómo dejaban a sus hijos. En las partidas de Alfonso X el Sabio está absolutamente regulado el tema de amas de cría, y de ayas y ayos. A las amas de cría prácticamente les exigían lo mismo en la época de Alfonso X el Sabio que en el siglo XX: pureza de sangre, ciertas propiedades de la leche, el que tuviese buenas condiciones físicas, fuese agradable, tuviese la dentadura bien. La pureza de sangre era lo más importante. Miraban sus antepasados hasta tres o cuatro generaciones atrás. Como la zona pasiega estuvo aislada y sus gentes no se meclaban con otras eran muy cotizadas las amas de cría pasiegas. Eran las que más cobraban de todas. No sé si cobraban 10 duros al mes, mientras que a un ama de cría de Guadalajara igual le pagaban 6 u 8 duros como mucho. Se consideraba que la calidad de su leche era excepcional. Yo creo que en el ideario colectivo había el tema de la vaca pasiega, que tenía una leche excepcional en propiedades y materia grasa y eso se debió de asociar con la leche de la mujer pasiega. Se hizo la analogía. Como en las casas reales se contrataron amas de cría pasiegas, la nobleza les imitaba. La alta burguesía lo imitaba. Todo el mundo lo iba imitando. Es un tema que hoy en día sigue interesando a la gente y por cualquier sitio de Cantabria que vas conoces a alguien que te dice “yo también tuve una antepasada que fue ama de cría”. Es un tema que gustó y sigue gustando. 

 

- ¿Podría haber segunda parte de Vitalia?

 

Sí, la gente quería segunda parte de Vitalia, pero sería entrar de lleno en la Guerra Civil y en las vidas de Ramón Mercader y de mi abuelo. Los dos estuvieron en la cárcel. Habría argumento, pero quería sentirme más libre al escribir. Cuando escribes de tu familia y tratas de contar lo que ha pasado tienes que ceñirte un poco a la historia. En El Caracol tuve más libertad porque eran personajes inventados.

 

- En su segunda novela viajamos a finales del siglo XIX para conocer un cambio trascendental en la economía de la región, ¿qué nos vamos a encontrar en El Caracol?

 

En las dos novelas que he escrito quería contar algo. No han sido novelas hechas únicamente para la ensoñación. Yo quería contar algo concreto. En El Caracol quería ver de dónde había surgido todo ese paisaje de fincas verdes con ese sistema de paredes, cabañas, todas esas vacas holandesas paciendo en los prados y cómo se está perdiendo ese modo de vida. Quería contar cómo surgió la vaca holandesa con la leche y cómo la economía que es algo cíclico estaba llegando a un fin de etapa. La historia de la llegada de la vaca frisona por el puerto de Santander. De hecho, tenía como aliciente que mi hijo pequeño trabaja en Rotterdam. Fui allí, me ambienté. Quería contar a quién había sustituido la vaca frisona, a la pasiega, que era la vaca que teníamos allí y cómo de la noche a la mañana se empezaron a sacrificar todos los toros pasiegos. Lo que es el dinero… Se estuvo a punto de acabar con una especie porque lo que imperaba eran vacas muy lecheras y no la vaca pasiega que daba muy poco. Las vacas pasiegas eran casi como perros, como animales de compañía porque vivían hasta 30 y 40 años con las familias. Daban muy poca leche, muy cremosa. Pero no eran rentables porque empezó el gran consumo de la leche en España. Hasta entonces no había habido. La leche era un tema para la gente que estaba en hospitales. En las grandes ciudades se tomaba algo de leche de burra, algo de leche de cabra o de oveja y más que nada para los niños  y esa se rebajaba. Entonces fueron los pasiegos los que marcharon con vacas a las ciudades y se ponían a las puertas de los hospitales, allí ordeñaban y vendían en cacitos la leche a la gente. La leche empezó a consumirse masivamente y eso hizo que se incrementase la traída de vacas. Yo quería contar la traída de la vaca frisona a España, pero entrando por Cantabria. Y más que nada fueron pasiegos y carredanos los pioneros en ir a por estas vacas. 

 

- ¿Quiénes son los protagonistas?

 

Hay varios protagonistas. Uno de ellos, Narciso Diego, es un hombre de Campillo. Narciso Diego en realidad existió, es un antepasado. Tiene una historia un poco paralela. He usado los nombres de Narciso y Emilia. El resto de la historia es inventada. El Narciso Diego de la novela es el hombre que va a traer la primera expedición de vacas de Rotterdam. También es protagonista el capitán del barco holandés y su hija. Son protagonistas los hijos de Narciso en Campillo. Cada personaje de la novela tiene su importancia. Narciso es el pionero, un hombre pasiego, que no ha salido nunca probablemente más allá del pueblo de Sarón y se embarca rumbo a Rotterdam donde compra 50 vacas. Para él son tres, las otras son encargadas. Cuando llega a Santander están el resto de pasiegos y carredanos esperándole para recoger sus vacas. Es como se hacía. Me he documentado en el tema de los cargamentos de las vacas, en cómo dormían en Holanda cuando iban. Hay gente que lo hacía en tren también, pero hasta que hubo línea férrea se usó mucho el barco. 

 

- ¿Volveremos a encontrarnos con las amas de cría pasiegas en El Caracol?

 

Este cambio económico en la región coincidió con las amas de cría porque era la época en que había muchas amas de cría que aportaban dinero. Casi todo el dinero que traían las amas de cría se invertía en vacas o en cabañas. 

 

- ¿La segunda novela es también autopublicada?

 

Sí, también. Estaba contenta, estuve con Círculo Rojo con Vitalia y repetí. También tuvo muy buena acogida. Estoy contenta porque hay casas donde todo el mundo las ha leído: el padre, la madre, los hijos… Eso es muy gratificante. La mejor publicidad que tengo es el boca a boca. 

 

- ¿Tiene planeada la escritura de una tercera novela?

 

Sí que tengo ganas. Tengo varios temas. Me gusta mucho el tema histórico. Soy de las que en vez de ir hacia delante con novelas futuristas lo mío es ir hacia el pasado. A lo mejor me fijo en algún personaje de Selaya que sea menos conocido. No sé si iré al Siglo de Oro, si bajar a la Edad Media… Estoy leyendo, viendo y algo llegará. Sí que echo de menos crear algo. 

 

- La venta de sus novelas tiene un componente solidario…

 

Sí. Con la venta de Vitalia colaboré con la Cocina Económica. Mi primera publicación fue en un libro dedicado a los usuarios de la Cocina Económica que se llamaba ‘Vidas que cuentan’, en el que en uno de los relatos narré la historia de un chico senegalés de la edad de mis hijos que me contó la historia de cómo atravesó África, de las mafias… me impresionó mucho, así que quise seguir colaborando. 

 

Y con El Caracol  quise seguir haciéndolo. En esta ocasión colaboro con la Asociación Cántabra de Fibrosis Quística. 

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