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Rezar en la calle no es democrático

Ahora resulta que rezar en la calle podrá ser delito. Es lo que persigue el Gobierno de Pedro Sánchez con la reforma del Código Penal, donde se tipificaría como coacción "las concentraciones o vigilias de quienes se posicionan a favor de la vida frente a los denominados centros de interrupción voluntaria del embarazo". Así, sin vaselina. Es la respuesta, intimidatoria y canalla, a la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), entidad que defiende con postulados pacíficos el derecho a nacer.

Julio Cayón
04/2/2022 - 01:53

Pues bien, la extrema izquierda española, el consentido ariete de la modificación del código, cuenta con las tragaderas de un presidente veleta y obsoleto, impresentable, que a todo dice amén con tal de que nadie le mueva la silla. Rezar en la vía pública como protesta, en donde no se queman contenedores, no se destrozan comercios y se roban, no se destruye mobiliario urbano, no se hacen piras sobre el asfalto ni se apedrea a la policía, coacciona a quienes están dispuestas a abortar. Ya lo decía el recordado Victoriano Crémer: "como para mear y no echar gota".
Porque resulta que una de las abanderadas de quitar de en medio a esos católicos ‘violentos' y ‘beatos' es la ministra de Igualdad, la del niñas, niños, niñes, a quien le parecen bien los escraches y las protestas más iracundas -y toda la carga de desacatos que conlleva- y, sin embargo, se rasga las vestiduras porque un puñado de gente eleve sus oraciones o rece el rosario desde las aceras. Esta es la seña que quieren imponer.
Cuando, por ejemplo, la insulsa Rita Maestre -otra del mismo pelaje y en la actualidad portavoz de Más Madrid en el Ayuntamiento de la capital de la nación- asaltó la capilla de la Universidad Complutense con el torso medio desnudo y consignas soeces, la izquierda, regocijada, lo trató como libertad de expresión. Toca ya a misa, sacristán. Ahí no había coacción ni atentado a la sensibilidad de los católicos. Nada de nada. Dicen de ella los zocatos, que nunca pronunció "arderéis como en el 36". Dicen. Pero sí voceó "vamos a quemar la Conferencia Episcopal" o "contra el Vaticano, poder clitoriano"... ¡Qué risa, oiga!
Se les tendría que caer la cara de vergüenza -si es que la tienen- para pretender coartar la libertad de expresión de los que no piensan como ellos. Para, con desahogo indisimulado, querer cercenar, precisamente, esa libertad de la que, con todos los sacramentos y derecho, hace gala la ACdP con su posicionamiento pacífico y claro mensaje provida. Qué ruina de país.

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