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Un amigo de León

Años de veraneo y hierba

Cuando finalicen las fiestas patronales de San Juan y San Pedro, la verdadera fiesta se vislumbra programando las vacaciones, con la salvedad que siempre hago, referida a los que puedan disfrutar las mismas.

Archivado en: Maximino Cañón, veraneo, hierba en la montaña

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Maximino Cañón
23/6/2023 - 02:20

Dicho esto, pongo sobre la mesa el dinero que cada uno tiene destinado a tal fin, pensando en la paga extra o contando con un crédito que después ya se pagará, y, si no, que nos quiten lo bailado.
La realidad es que el veraneo en nuestra sociedad es algo tan cotidiano como el comer. Me pongo a sacar este tema después de haber estado esta mañana en la histórica tienda de mis amigos ‘Antoñanzas' y ver con agradable sorpresa unos sombreros de paja de ala ancha para los hombres y pamelas para las mujeres, lo que me hizo volver a lo pasado cuando en el verano los pueblos estaban más habitados.
Todavía recuerdo ir en el coche de línea a los pueblos de mis ascendientes y ver a las mujeres realizando la dura labor de atropar la hierba con un rastrillo y con una pañoleta negra cubriendo la casi totalidad del rostro con la sola excepción de los ojos y con la citada pamela protegiendo la cabeza del duro sol. El mes de la hierba en la montaña era julio. El segar la hierba para mantener el ganado el resto del año era una labor más propia de los hombres y se llevaba a cabo con la guadaña; y allí donde la guadaña no podía entrar por lo dificultoso del terreno o del prado se empleaba la hoz. Segar con la hoz era una labor dura realizada, generalmente, por las mujeres todo ello sin desatender las labores de casa y a los niños/as, si los hubiera. Para una muestra de lo importante que era el mes de la hierba baste decir que cuando los hijos/as estaban trabajando en la ciudad o en otros lugares, los padres eran quienes acordaban las condiciones, con la salvedad de que en el mes de la hierba, ineludiblemente, tenían que tener vacaciones para ayudar en la siega a los mayores, lo de ir a viajes por el mundo o tostarse en la playa sólo se percibía en las películas.
Cuando me encuentro con gente de mi edad o más (iba a decir mayor) y me dicen que vienen de solicitar un viaje del INSERSO, o de una agencia, con todas la comodidades y a un asequible precio dentro y fuera de España, me acuerdo de mis padres, y de los de otros muchos, que se fueron de este mundo sin conocer otra cosa que no fuera el trabajar desde la más tierna infancia sin saber cómo era un hotel de alguna estrella por dentro, con pensión completa y playa al lado.
A Enrique, "Poli", Fernández, en recuerdo de nuestros años jóvenes sin guadaña.

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