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De vez en cuando

La nueva moda de cambiar de opinión

Aquí, el más tonto hace relojes de madera. O de hojalata. Y hasta funcionan dos veces al día. Marcan la hora. Quiere ello decir que cuando nadie lo espera salta la liebre y hay que estar preparado para saber hacia dónde pega el brinco el escurridizo animal.

Archivado en: Julio Cayón, Pedro Sánchez, Vox, cambiar de opinión, María Guardiola

Julio Cayón
07/7/2023 - 01:10

Pues bien, eso mismo es lo que viene haciendo el presidente Sánchez, que se dedica a brincar de un medio de comunicación a otro -las televisiones son su mejor escaparate- con el fin de convencer al personal que ha sido maltratado de forma inmisericorde y que jamás ha mentido. A lo sumo, ha dicho, ha cambiado de opinión. Y más ancho que alto. Con el pedigrí de farsante intacto.
Ante tan pueril matización, hay que reconocer que los caminos del presidente más fullero de la historia democrática española son infinitos. Le sigue importando tres pitos decir una cosa y la contraria -esa ha sido su hoja de ruta-, y ahora, que le pintan bastos, se afana en llamar tontos a quienes le quieren escuchar. Su última hazaña, por el momento, tildar de idiota a la sociedad española.
Si al final se mantuviera en La Moncloa -algo que sólo ve el trabucado Tezanos y sus infectos sondeos- volvería a las andanzas. A 'cambiar de opinión' según sus intereses personales. O a explorar nuevas vías de entendimiento con aquellos que quieren hacerle la cama al país. Lo fundamental es seguir en el caballo y continuar trotando. Y quien lo dude -que aún quedan cándidos de buena voluntad- vive en un mundo algodonado. Cambiar de opinión se ha convertido en el nuevo tampax: vale para todo.
Lo mismo que ha ocurrido con la pánfila que gobernará Extremadura. Y es del Partido Popular. La ahora famosilla María Guardiola también ha cambiado de opinión respecto a pactar con VOX. Primero, muy digna, aseguró ante micrófonos y periodistas que ella jamás se arreglaría con los de Abascal porque su dignidad no se lo permitía. Y si tenía que dimitir, lo haría. Y si fuera preciso convocar nuevas elecciones, también. Cuando lo manifestó no mintió, sólo que al ver las orejas al lobo cambió de opinión y tendió su mano. Está de moda.
Estos son parte de los despropósitos de la ‘nueva' política española y el reflejo inequívoco de la mayoría de sus políticos. Prometen y prometen y después cambian de opinión. Pero no mienten. En el fondo y en la superficie se trata de la mayor estafa a la que se ve sometido el electorado cuando llegan los comicios. Porque aquí, gane quien gane, no habrá mentido al incumplir sus propuestas. Simplemente habrá cambiado de opinión. Es lo que se lleva.

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