Hace algunos años, cuando uno leía en la prensa noticias sobre alguna empresa que no le iban las cosas bien, se decía que hacía una "regulación de empleo" bien fuera suspendiendo o eliminando contratos. Llamábamos a las cosas por su nombre, es decir en Román paladino, como habla el pueblo. Ahora como se ha familiarizado el uso de semejante e indeseada herramienta decimos que tal o cual empresa han hecho un Ere y nos quedamos tan tranquilos, como si al decirlo con pocas palabras tuviera menos consecuencias.
Archivado en: ERE, Expediente de Regulación de Empleo, Maximino Cañón Gutiérrez, Pactos de La Moncloa
Maximino Cañón
24/2/2012 - 11:11
Cuando esto escribo apenas ha finalizado la multitudinaria manifestación en contra de la Reforma en materia laboral anunciada por el gobierno. No se esperaba tal masiva asistencia por aquello de que el miedo guarda la viña, pero más miedo da la aplicación de la reforma tal y como está concebida. Si esta demostración de fuerza sindical ha servido para acercar posiciones y para que las partes se sienten a negociar, bendita manifestación. A grandes males grandes remedios y ven más cuatro ojos que dos. Los antecedentes los encontramos en aquellos Pactos de La Moncloa (con una inflación por encima del 24%) en que las fuerzas políticas, sindicales y empresariales firmaron acuerdos para salir adelante y se cumplieron dando como resultado un resurgir sin vencedores ni vencidos. Lo he venido manifestando desde esta columna más de una vez: con crisis o sin crisis la gente tiene que comer. Y no se trata de aplicar la media de que cada español, en este caso, come un pollo según las estadísticas, cuando la realidad es algunos pueden comer el gallinero entero y otros ni las plumas. Los sacrificios tienen que ser por todas las partes, según la capacidad. Creo que en el camino que falta hasta que esta reforma sea convalidada por el parlamento tienen que redoblarse los esfuerzos para llegar a acuerdos creíbles y, con la aportación proporcional a cada uno, ser capaces de sacarnos de esta maldita crisis que amenaza el estado de bienestar o de sobrevivir cuanto menos y lograr que en el menor tiempo posible la gente pueda tener un trabajo, un sueldo, una familia, si quiere, y olvidarse de aquellos "Eres" ( expedientes de regulación de empleo) que marcaron un tiempo de zozobra y de incertidumbre. Por eso hay que seguir "Erre que erre" (con dos erres) hasta alcanzar un buen acuerdo.
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