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Gente en León

De vez en cuando

La débil praxis del Partido Popular

Se acerca la verbena de las elecciones y hay pareceres para todos los gustos. Desde los que apuestan de manera desaforada por determinada formación, hasta los que barruntan un desastre total para ese mismo grupo político. Paradójico. Depende de quién se manifieste. No obstante, lo cierto y verdad -que se decía en otras épocas- es que, en la mayoría de los casos, lo alógico es lo más aproximado a lo que pueda ocurrir una vez que se efectúe el escrutinio la noche del domingo 10 de noviembre.

Archivado en: Julio Cayón, Elecciones 10-N, Alfonso Fernández Mañueco,

Julio Cayón
11/10/2019 - 01:10

En este sentido, las aguas bajan revueltas para algún que otro partido. Entre ellos, para el Partido Popular, que, él solito, sin que le empujen, ya se encarga -gracias a sus decisiones internas y ‘externas'- de poner en bandeja de plata la campaña electoral a sus máximos adversarios. Aquí, allá y acullá. Y tanto es así que hasta en Pucela, la matriz del clan, andan a puñetazos en los ‘papeles'. A palos.
Y bien. Llegado a este aburrido y notorio tiempo preelectoral hay gente muy cabreada con el comportamiento de Mañueco, el amo del PP regional y presidente de la Junta. Como si hubiera perdido el norte y jugase un papel menor al frente de la ‘peña'. Y algo debe haber. Quizá se haya reconvertido en un efectivo peón de brega para poner a otros en suerte. Como en los toros. O para hacer los ‘mandaos' de quien no se ha ido -el de la ‘herrería'-, que, aunque parezca baladí, continúa mandando un huevo. O dos, si son pequeños. En fin, que no es fácil de explicar (o sí) lo que está ocurriendo con los del charrán o la gaviota. Que cualquiera de los dos sustantivos es válido para identificar a la grey de Pablo Casado.
Como tampoco se alcanza si Mañueco se ha quitado las gafas -ha dejado de usar lupas- porque ‘dica' mejor sin ellas o porque no quiere ver el panorama que le rodea. Que lo de ser líder y ejercer como tal le acalambra. Un desaborido a pesar de las estrellas de cuatro puntas y el fajín de teniente general que luce. Y como pinten bastos en el escrutinio, -igual que en botica, todo es posible- más le vale comprar un collarín. Por aquello de los dentelladas ‘amigas'.
Y es que cuando hay que batirse el cobre ante el vecindario no caben las medias tintas, las imposiciones, los amiguismos, las componendas... y las fanfarrias afónicas. Hay que ir a por todas y con la artillería a punto. La boina y el amén Jesús pasaron a mejor vida. Pero no lo ven. O no quieren verlo y aceptan las coerciones en un ejercicio de manifiesta flaqueza. Y así les luce el pelo. Con flequillo y sin lentes.

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